Hasta pronto, y gracias

agosto 28, 2013

En 4 años pasan muchas cosas. Como suele decirse, ha llovido mucho desde entonces. Cambios de todo tipo no sólo a nivel planetario, sino sobre todo (¿acaso no es lo importante?) a nivel personal e individual. Vivimos en un mundo vibrante, frenético e impaciente, capaz de reconfigurarse y adaptarse a múltiples niveles en poco menos de un lustro. Igual que las personas. 

El mundo al que dedico estas líneas no es el mismo al que me dirigía hace 4 años, en aquel Octubre de 2009 donde hablaba de un nuevo servicio de música online que me había llamado la atención,  marcando con ello un larguísimo punto y aparte para este rincón de mi vida que durante varios años fue Sistema Anoat.

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Sistema Anoat en Blogger. Qué tiempos…

Creo que ha llegado el momento de cerrar el ciclo. De despedir esta etapa. De poner punto y final a este humilde blog que durante tantas semanas logró arrancar alguna que otra sonrisa tanto para el que escribía como para el que leía mis disparates. Es inevitable recordar con nostalgia esos tiempos en los que las redes sociales apenas empezaban a despuntar, Megaupload hacía de nuestras vidas un camino de rosas y algo tan simple como insertar un vídeo de Youtube en la entrada del blog (emebebido, que se dice ahora) se consideraba algo innovador. Ahora tenemos una doble  vida en Facebook, los gestores de descarga directa pugnan por la hegemonía y los memes de todo tipo y pelaje inundan la blogosfera. Ya nada es igual. 

Al igual que el planeta, una persona cambia mucho en 4 años. Evidentemente, para bien o para mal, no soy el mismo que era entonces. Ni mejor, ni peor, simplemente diferente. Enfoco las cuestiones desde otro prisma, forjado por experiencias que antes no tenía. Es la vida. 

Sistema Anoat jamás tuvo un entierro digno. Es algo que siempre ha estado en tareas pendientes, procrastinándose hasta el infinito. Con el paso de los años mi querida bitácora se ha convertido en un rico pasto para spammers y bots, un irritante recordatorio del nivel de dejadez al que ha sido sometido un proyecto que en sus tiempos llegó a contar con una buena cantidad de amigos y visitantes. A todos vosotros, gracias. Gracias a todos los viejos y nuevos amigos que siguieron fielmente los Momentos Entrañables Bérriz, la Fauna de Autobús y el resto de mis locuras. A los que comentasteis en los posts, y los que los compartisteis cuando todavía existía el añejo Soy Fan. A los que estuvisteis ahí de un modo u otro, tanto en Blogger como en WordPress, gracias.

Todos esos momentos se perderán, como lágrimas en la lluvia…¿o quizás no? Los que me conocen saben que no puedo escapar del entorno digital. Es parte de mí, y lo ha sido en este tiempo tanto en el entorno lúdico como en el profesional. Por ello, no descarto abrir un nuevo blog en un futuro próximo. Menos disperso, acorde a los tiempos actuales y con contenido de calidad. 

Lo admito, hubo un tiempo en el que pensaba que el auge de las redes sociales hacía innecesaria la existencia de un blog. El impertinente y descarado espejo social desnudaba todas nuestras intimidades hasta el punto en el que un diario online parecía una idea obsoleta fruto de tiempos más simples. El tiempo me quitó la razón. Lejos de morir, los blogs se han visto reforzados por ese preciso componente de sharing que permiten las redes sociales. Se acabaron las newsletter y los lectores de feeds. Basta con seguir las redes sociales para estar al tanto de cuándo hay actualizaciones. Esto conlleva que más gente conozca tu proyecto, y en consecuencia se incremente el feedback. Esto lleva al posicionamiento y un mayor conocimiento global. Irónicamente, el barullo social ha evolucionado hacia una tendencia minimalista, cercano al espíritu de los antiguos fotologs con ideas bien recibidas como Tumblr, o Pinterest, devolviendo la idea de que en ocasiones menos es más. Si lo sabremos los twitteros.

Sólo el tiempo lo dirá. El mismo tiempo que me permite mirar atrás y recordar con cariño este pedacito de mi vida que fue Sistema Anoat. Ahora debe irse, su planeta le necesita.

Muchas gracias a todos, y que la Fuerza os acompañe. Nos leemos pronto.

 


Buen rollo en tu Spotify

octubre 25, 2009

Es posible que ya conozcáis Spotify, la nueva revolución que está cambiando la forma de escuchar música en Interne. Quizá estéis tan enganchados como yo, que me tiro todo el día oyendo nuevos y viejos temas cuando quiero y sin encabronar a los gilipollas de las 4 siglas por uso indebido de ese patrimonio cultural universal que es  la música. Ya sabéis quiénes son.

O puede que no hayáis oído en la vida la palabra Spotify y no tengáis ni idea de lo que estoy hablando.

Spotify es, resumiendo mucho, una radio en streaming (por Internet, vaya). Para utilizarlo es necesario entrar en su página oficial y registrarse. Una vez hecho esto, os descargas en tu ordenador un reproductor de audio muy similar al Itunes de Apple (si tenéis un Ipod estaréis familiarizados con él). Es la única descarga que realizaréis.

Si estáis familiarizados con las radios de este tipo, puede que conozcáis Last.fm, Yes.fm, o la tristemente desaparecida Pandora (digo desaparecida porque ahora sólo funciona en EE.UU), cuya perfección le permitia recomendarte y descubrirte nuevos temas de acuerdo a tus gustos musicales. La mayoría de estos servicios te ponen la miel en los labios permitiéndote disfrutar de ellos de forma gratuita, pero sólo durante un tiempo determinado: al final hay que pagar una cuota mensual, cosa que por cierto me parece bastante lógica.

Spotify, y esto es lo que le ha hecho triunfar como la Coca-Cola en todo el mundo, es gratuito. Te descargas el programa de la web oficial, empiezas a buscar canciones, artistas o discos mediante el buscador, las organizas como quieras en Playlists que tú creas simplemente pinchando-arrastrando-soltando, y los reporoduces. Gratis y sin descargar los temas. ¿Cuál es el truco? El que os imagináis: la publicidad. Cada x nº de canciones (a veces es cada 3, otras cada 4, e incluso cada 5 o más) suena un anuncio de Spotify, de algún artista o disco, de un evento musical… Sin embargo, Spotify sigue triunfando y alegrando el día a millones de personas que oyen su música sin quejarse. ¿Por qué? Pues porque pese a la escasa publicidad (rezo a los Dioses de Kobol para que en el futuro no aumente), sigue siendo mucho mejor que oir la radio convencional. Cada anuncio de Spotify dura unos 20 segundos, y lo normal es que sólo suene uno. A veces cuelan dos seguidos, pero realmente da igual. Por supuesto, os estoy hablando de la versión gratuita. Existe la posibilidad de pagar 10 € al mes y adquirir la opción Spotify Premium, que te da derecho a escuchar la música sin publicidad. Premium hace posible que exista la opción Basic, lo cual también me parece lógico. Yo con la versión básica, como digo, estoy muy bien.

Si aguantar un par de minicuñas cada 5 canciones permite al usuario tener esta libertada la hora de elegir, organizar, reproducir y guardar música (sí, guardar, ya que tus playlists se quedan fijas para siempre en tu perfil) sin pagar ni un duro, ni estar buscando discos en descarga directa, ni esperar a que el megaupload y demás «descansen», ni llenar tu disco duro de .mp3… parece lógico pensar en el éxito de Spotify. Hay quien habla de ella como el futuro de la música, de una auténtica revolución. Estoy de acuerdo, oír música nunca había sido tan sencillo y personalizable.

Ahora, no todo es bueno. Spotify no es perfecto. El principal fallo (que me saca bastante de quicio, la verdad) es el relativamente escaso repertorio musical. Algunos de los más importantes grupos y artistas musicales de la historia no están presentes en Spotify, principalmente por motivos económicos, legales o qué se yo. Sí, están Michael Jackson, Queen, Aerosmith y miles de estrellas más…pero faltan los Beatles, Gigi D’agostinno, AC/DC y muchos más que son sustituidos por versiones bastardas sacadas de recopilatorios-homenjae y de karaokes. Esto suele ser un serio problema a la hora de hacer «redondo» un Playlist.

Otra cosa mala es que precisamente por su dependencia de la publicidad temo que en el futuro aumenten el número de anuncios paa sufragar costes. El día en que Spotify se llene de publicidad habrán acabado con su magia y fracasará. Lo que hace grande a este proyecto es que a uno no le importa la publicidad, no es molesta. Sigue siendo mejor que oír las radiofórmulas convencionales. Recuerdo los tiempos en que nació la cadena de televisión Cuatro, y daban Roma, House y Cuarto Milenio sin apenas publicidad. Mirad en lo que se ha convertido ahora. Espero que no le ocurra eso a Spotify.

La tercera pega de Spotify es que para acceder al servicio gratuito (el que nos interesa) es necesario recibir una invitación, lo que ha ocurrido anteriormente con servicios como Tuenti y Gmail. A mí me envió una invitación mi antigua jefa (que fue, por cierto, la que me descubrió Spotify), pero si os digo la verdad no sé bien cómo conseguir una para enviar. Según la web, basta con inscribirse y ellos te la envían, pero, de acuerdo a sus palabras «la lista es larga».

Siendo quisquillosos, tampoco habría estado mal incluir algunas opciones de feedback entre la comunidad de usuarios, como en otras radios setraming ya mencionadas.

Yo estoy escuchando ahora mismo un Playlist que creé hace unos días y que subí a Internet. Efectivamente, existen páginas de Spotify a las que se pueden subir tus recopilatorios para que el resto del planeta disfrute de ellos y pueda puntuarlos como merecen. Por supuesto, a medida que añadas nuevos temas, el archivo se irá actualizando automáticamente. La lista en cuestión se llama «¡Buen Rollo!», y como podéis adivinar por el nombre es una recopilación de temas dedicados a elevar el ánimo, bailar, desfogarse tras llegar a casa después de un duro día de curro, ponerse un viernes por la tarde, etc. Hay de todo: dance, pop, rock, epic metal, power metal, bandas sonoras, techno…música de todas las épocas para meter el buen rollo en tu cuerpo y espantar tus problemas. La lista lleva en el momento en que estoy escribiendo estas líneas 132 canciones (temazos, qué narices xD), y se va ampliando continuamente. Y más grande que sería si estuviesen los artistas que os he comentado y que no existen como tal en Spotify.

Y no, esto no es publicidad sobre Spotify, por si lo estáis pensando. Es sólo un post sobre algo que me gusta, nada más 🙂

Os dejo los enlaces:

Spotify – Web oficial en castellano

Listas Spotify – Gran web donde poder intercambiar opiniones con los usuarios y subir tus propias playlists para que sean compartidas y valoradas por la comunidad Spotify.

Spotyshare – Similar a la anterior, pero en inglés.

¡Buen rollo!, mi primer playlist 😀 Disfrutadlo a mi salud!


La vida puede ser maravillosa

octubre 17, 2009

jorgeparis - andrés montes (33)

¡Hasta siempre, jugón!


Duelos de sables de luz en el reino animal

septiembre 20, 2009

Hace pocos días tuve el inmenso placer de descubrir (curiosamente, en el trabajo) un blog realmente sensacional: Pixfans, una de esas webs dedicadas al mundo de los videojuegos y otros fenómenos fans-frikis que tantísimo me gustan. No es la primera de este tipo que me encuentro ni que decido seguir de cerca, pero de momento me parece la más redonda en cuanto a videojuegos por la calidad de sus artículos, comparables a la de auténticos grandes como Ion Litio o Meloncorp. En fin, no voy a hacer más la pelota al blog (por mucho que me guste xD), pero que sepáis que si os gustan los videojuegos es de obligada visita, como pudieran serlo otras como Gamesajare o Anaitgames.

Me gustaría compartir hoy con vosotros uno de los post que han colgado esta misma tarde, dedicada a dos de las cosas que más me gustan en el mundo: los animales y Star Wars. Efectivamente, hablamos de la reciente moda de trucar fotografías en las que bichejos de todo tipo y pelaje manejan con soltura sus sables láser en encarnizadas luchas, como si de auténticos Jedis  o Sith se tratasen 🙂

Tras el salto, algunas de estas simpatiquísimas imágenes.

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¿Hay algo que dé más rabia que perder el autobús?

agosto 22, 2009

Sí que lo hay, sí, pero no mucho más. La sensación de impotencia que causa el ver el último autobús a lo lejos, pegarte la carrera, llegar jadeando a la puerta y que el conductor arranque en tus narices mientras te observa con indiferencia ignorando tus ruegos y súplicas. La gente que te observa suele alimentarse de tu patetismo y ríe con despreocupación ante tu imposibilidad de subir al último autobús que te llevaba a a casa, el trabajo o cualquier otro compromiso.

¡Ya está bien! ¡Desahoguémonos a gusto! Facebook lo hace posible, así que no dudéis en pasaros por el siguiente enlace. Es una página personal que he creado, y me encantaría que los lectores de Sistema Anoat se pasaran aunque sólo fuese una vez para compartir sus vivencias, anécdotas y traumas derivados de estas tristes experiencias para así poder llevarlas con humor. Gracias a todos.

Odio que el autobús arranque en mis narices y me deje en tierra

Y como despedida, un regalito:


Invasión: Space Invaders por el mundo

agosto 21, 2009

Todo comenzó hace un año, concretamente en junio de 2008. Me encontraba paseando por Londres con Bea, como un par de turistas más que disfrutan del esplendor y el glamour de esta fantástica ciudad pateando sus calles. Cámara al hombro y ojo avizor. Fue en uno de esos momentos de exploración callejera cuando me percaté de un extraño azulejo que sobresalía de una pared. Un curioso ser de color verde claro miraba de soslayo el resto de la calle desde su ubicación, como si aquella aparición no estuviese fuera de lugar y formara parte de la city como una muestra artística más. Lo mejor de todo es que reconocí en seguida esas formas, esos vivos colores, esa inconfundible naturaleza pixelada: aquello era uno de los míticos Space Invaders, los icónicos «marcianitos» que protagonizaron en 1978 el que probablemente sea el videojuego clásico más veterano, recordado e influyente de la historia, con permiso del señor Pac-Man. Tal fue el impacto del videojuego de Taito que el gobierno japonés tuvo que aumentar el número de monedas en circulación debido a la cantidad que se gastaba en los salones recreativos, y hoy en día es común encontrar estos graciosos invasores espaciales en todo tipo de formas asociadas al todopoderoso merchandising.

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Pero jamás había visto algo así en plena calle, junto a un edificio. Supuse que sería obra de algún artista urbano, o que dicho lugar de Londres era importante para la historia de Space Invaders. Le hice la foto y no le di mayor importancia. Hasta que volví a realizar un pequeño viaje dos meses después a otra de las capitales más maravillosas del planeta: la siempre bella y espectacular París. La situación, prácticamente idéntica a la vivida en junio. Un paseo turístico con mi novia, callejeando por la ciudad en busca de algún monumento, tienda o punto de interés. Y entonces apareció.

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Otro más de esos enigmáticos Space Invaders, también elaborados mediante azulejos e instalados en un muro de la ciudad.  ¿Tendría relación con el que vi en Londres? A partir de ese momento presté especial interés por si veía alguno más mientras estuviese en París, tanto en aquel momento como en el futuro, algo que demostró ser de lo más eficaz cuando regresé a la capital gala en las navidades de aquel mismo año. Nada más llegar reparé de nuevo en la aparición de más de aquellos seres, inundando el paisaje urbano de la ciudad y sorprendiendo al observador lo suficientemente avispado como para reparar en estas composiciones. Aquello no podía ser una coincidencia. Se trataba de una auténtica invasión.

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Alucinado por el descubrimiento, fui haciendo fotos a cada uno de ellos, preguntándome por qué tanto en Londres como en París hacían acto de presencia. Y lo más importante: quién lo había hecho, y por qué en esas localizaciones. ¿Se trataba de una exposición al aire libre? ¿De la obra transgresora de algún artista provocador? ¿Del derroche creativo de algún admirador del videojuego? No entendía el motivo, pero sí sé que me encantaba encontrarme con estos pequeños seres. Y no sólo eso: las representaciones de personajes de videojuego no se limitaban a los Space Invaders, sino que también adoptaban la forma de otros como los no menos inconfundibles fantasmas del mítico Pac-Man o las setas verdes del Super Mario Bros.

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Algo se estaba moviendo, aquellos seres estaban tomando las principales ciudades de Europa, pero todavía no sabía por qué.

Pasó un año, y regresé a París en agosto de 2009 (efectivamente, hace escasos días). Y como no podía ser de otra forma, ahí estaban los Space Invaders y sus pixelados secuaces.

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Por todos los bits, ¿qué significaba todo esto? Aquellas representaciones eran parte de mis viajes por Europa, y aunque bien recibidas todavía no sabía el motivo de su existencia. Sólo que estaban ahí, y que por algún motivo, a ningún otro viandante le llamaba la atención su presencia en el paisaje urbano. Por suerte, finalmente hallé la respuesta. Concretamente en Album, la mejor y más completa tienda de cómics y merchandising de todo París (en pleno Boulevard St Germain, nada más salir del metro Cluny-La Sorbonne). Allí fue donde encontré, en la sección de libros y guías, la luz que me ayudó a resolver el misterio de los Space Invaders.

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¡Ahí estaba! La prueba que demostraba que había algo detrás de aquellos azulejos, de aquellos invasores del espacio y de su presencia en la ciudad. Me llamaron loco durante varios años cuando traté de explicar la llegada de esta invasión urbana por parte de pequeños seres llegados del espacio videojueguil, pero por fin tenía, ante mis recompensados ojos, la evidencia de que existía un proyecto de alguna clase destinado a llenar Europa de extraterrestres. Tan grande como para ser relatado en un libro, al menos.

Resulta que el responsable de estas geniales creaciones es Invader, un artista callejero parisino que se percató de la facilidad que tenían las figuras realizadas con los píxeles propios de los gráficos de baja definición (convertidos hoy en día en todo un icono cultural gracias a su potente factor nostálgico) a la hora de ser representadas mediante azulejos, debido a sus formas angulosas. Así, Invader creó su primer mosaico  a comienzos de la década de los 90, un centinela explorador de los Space Invaders que serviría para allanar el terreno a la invasión que llegaría en 1998, año en el que el artista comenzó a llenar las calles de su ciudad natal con estas obras de arte callejeras.

Pero París fue sólo el principio. La invasión pronto se extendió por todo el planeta, invadiendo el entorno urbano de 35 ciudades de todo el mundo (entre las que se encuentran Tokyo, Montpellier, Barcelona, Nueva York, Los Ángeles, Berlín, Manchester, Bangkok, Mombassa, Colonia, Melbourne, Amsterdam, Katmandú y Bilbao) y catapultando a la fama a este irreverente amante de los videojuegos de la década de los 70 y su entrañable estética añeja. Todas sus obras son resistentes al agua, y están repartidas teniendo en cuenta diferentes criterios geográficos, alternando entre zonas donde pasa mucha gente con otros rincones más escondidos. Tal es la dedicación de Invader (el cual ha organizado varias exposiciones a raíz de su idea) que los Space Invaders de la ciudad francesa de Montpellier forman un gigantesco Space Invader visto desde el cielo. ¡Incluso ha osado colocar sus creaciones en las letras del celebérrimo cartel de Hollywood!

Su página web cuenta con un completo mapamundi donde se puede realizar un recorrido por los Space Invaders que ya han invadido el planeta, además de comprar libros, mapas, camisetas y demás merchandising relacionado con sus obras.

De modo que si os encontráis de vacaciones visitando algunas de las ciudades más impresionantes del planeta y os encontráis de repente con uno de estos pequeños invasores del espacio en el lugar más insospechado de vuestra ruta, no os asustéis y aprovechad para retratarlo. La invasión es imparable, y, a día de hoy, aún continúa su lenta pero firme expansión por el planeta.

¿Desea saber más?

Web oficial de la invasión mundial

La historia de Invader, el artífice de la invasión

Galería en Flickr con fotos de la invasión parisina


Planeta Sapiens: una mirada inteligente a nuestro mundo

agosto 12, 2009

Sí, ya lo sé. Llevo más de medio año sin actualizar el blog con una mísera entrada, obligándoos a soportar una semana tras otra el careto parcheado de Tom Cruise como portada del blog. Y ahora voy y vuelvo como si nada, como el que no quiere la cosa, retomando Sistema Anoat. Ay.

Si os digo la verdad, llevo un tiempo pensando en cerrar este blog y crear otro completamente nuevo. No es una decisión fácil para mí, este blog es un pequeño pedazo de una de las etapas más importantes de mi vida (¡lo creé cuando aún estaba en 1º de Periodismo, hace la friolera de 7 años!), pero precisamente es esa veteranía y antiguedad la que lleva  a la dejadez y a la búsqueda de cosas nuevas. Os mantendré informados, gracias a los que seguís pasandoos por aquí de vez en cuando y os quejais de la falta de actualizaciones, así como a los que me pedís que retome los Momentos Entrañables Bérriz. No quiero hacer promesas que no puedo prometer, así que simplemente diré que el cierre del blog no implica el fin de los MEB. También os mantendré informados.

Pero en fin, no nos pongamos melancólicos que de momento esto sigue. Y creo que la entrada de hoy merece el regreso de Sistema Anoat tras seis mese de inactividad. Hoy quiero hablaros de una de las mejores páginas web en castellano nacidas recientemente, un maravilloso y divertidísimo vistazo al pasado, el presente y el futuro de los devenires humanos. Planeta Sapiens es eso y mucho más, un portal informativo continuamente actualizado repleto de noticias relativas al mundo fantástico y misterioso en el que vivimos, pero también de reportajes y artículos sobre grandes acontecimientos y episodios históricos siempre envueltos en el misterio, como la historia del mítico espía Garbo o las historias de los cruzados españoles en Tierra Santa.

Cabecera Planeta Sapiens

Todo ello realizado con un cuidado excepcional, una extensa documentación gráfica y un inconfundible estilo periodístico. No en vano, su creador es ni más ni menos que Javier García Blanco, ex jefe de edición de la prestigiosa revista  especializada en misterio Año Cero, ex redactor de la no menos conocida Más Allá de la Ciencia, autor de obras tan destacadas como Ars Secreta, e Historia Negra de los Papas, experto en simbología y hermetismo en el arte y gran amigo y compañero del que aquí os escribe.

Enigmas históricos, curiosidades del reino animal, innovaciones en el campo de la ciencia, impresionantes reportajes fotográficos , una completa agenda literaria, radiofónica y cinematográfica…Planeta Sapiens encantará a todos los amantes de la actualidad más heterodoxa y apócrifa, pero siempre manteniendo los pies sobre la tierra. Una web imprescindible avalada por un autor que es garantía de calidad.


Valkiria: todo un éxito de operación

febrero 10, 2009

«Si fracasamos, el resto del mundo pensará siempre en esta tierra como la Alemania de Hitler»


Hace unos días el grupete de amigos aficionados a hacer 2×1 en los cines (es decir, pagar por ver una película pero ver al final dos por pura picaresca española) decidió volver a las andadas, que con esto de la crisis el bolsillo está muy mal, y el cine está aún peor  como para pagar casi 8 euros por él. La primera película de estas míticas sesiones clandestinas estaba bastante clara desde hace semanas: Valkiria, la prometedora película en la que Tom Cruise encarna al Coronel Claus Von Stauffenberg, el hombre que intentó asesinar a Hitler. Esto, claro está, no es un spoiler, ya que todos sabemos que Hitler se suicidó meses después de este complot frustrado (¿o no? ¿acaso sigue vivo en el Ártico, o en un refugio en Sudamérica? Disculpadme, me cuesta desconectar del trabajo xD).

Y qué queréis que os diga, me pareció una película fantástica. Está claro que el nazismo es algo que atrae , que vende, que tiene una estética que a todos atrapa (esto no es una apología del nazismo, es constatar un hecho difícilmente rebatible). Nos gustan las películas de nazis, los libros de nazis, el esoterismo  nazi, los uniformes nazis (¿os suena La Guerra de las Galaxias?) y todo lo relativo al Tercer Reich de Hitler. Pero resulta cuanto menos curioso que una película de este género en la que apenas haya tiros o escenas de violencia resulte una producción tan redonda, más aún teniendo en cuenta que grosso modo conocemos el final.

No voy a desvelar nada de la trama ni del argumento, porque este no es el objetivo de este post. Odio las sinopsis de los folletos del cine en las que en cinco líneas te revientan la primera media hora de película, y más aún las críticas de películas en las que el crítico vendido de turno te la revienta entera, desde el inicio hasta el final, para luego emitir una valoración injusta y dirigida por intereses más elevados que la tan denigrada ética periodística. Sé de lo que hablo.

Como digo, es una película muy entretenida. Te atrapa desde el primer momento, desde el instante en que ves a Tom Cruise dando vida a un nazi (no un nazi cualquiera, sino todo un Coronel) que no se siente nazi, sino alemán. Pocas películas te muestran miembros del Partido Nazi que se sientan asqueados ante la locura de Hitler y la barbarie de las SS.  La Lista de Schindler lo hace con una sóla persona y de forma más sutil, pero en Valquiria es un sentimiento continuo por parte de todo un comité de conspiradores que viven en el engranaje nazi. El personaje de Cruise es creíble, carismático, serio y decidido. Siempre he pensado que Tom Cruise es un buen actor, y que el motivo por el que la gente se cachondea de él y sus películas es por su vida privada y sus escarceos con la Cienciología. Qué coño, no es que lo crea, es que es así. Confundir la vida profesional con la vida personal es una estupidez. Es como si digo que los Bardem son malos actores sólo porque los muy gilipollas se piensen que viven en 1936 y que el Ejército de Franco se encuentra a las puertas de Madrid.

El caso es que el bueno de Tom hace un buen papel, el de un conspirador convencido que logra que te identifiques con su causa y que te entristezca su destino por lo que esa gente pudo haber logrado. Una de las pegas que puse en la película (y que más de uno comparte conmigo) es que Tom Cruise no tiene pinta de nazi. Parece el clásico americano de clase media, pero no un amenazante teutón del Tercer Reich. Un actor con pinta de ario  con ese uniforme y ese parche en el ojo haría que cualquier opositor a sus intenciones se cagara de miedo, pero no Tom Cruise. Y el caso es que, como pude comprobar después, incluso ese detalle ha sido un acierto. ¿Por qué? Pues porque resulta que el parecido entre Tom Cruise y von Satuffenberg es más que notable, como podréis comprobar.

Valkiria

No es el único parecido. El desarrollo de la Operación Valkiria que vemos en la gran pantalla es idéntico al que tuvo lugar en la vida real, al menos en sus líneas y planteamientos generales. La ambientación es de lujo, heredera del gran trabajo realizado en El Hundimiento, con un Hitler siniestramente apacible que siempre está a punto de estallar en un monumental cabreo y una cúpula de jerarcas nazis a los que los más entendidos en estas lides sabrán identificar con un simple vistazo, aun cuando no tengan línea de diáologo o ni siquiera nadie se dirija a ellos, como ocurre con el Secretario de Estado Martin Bormann o el Ministro del Aire Herman Goering.

El ritmo de la película es trepidante pese a no contar con escenas de acción: es cine puro, asistir a una historia que se va desarrollando, a las dificultades que se interponen en su camino, a las soberbias interpretaciones de grandes actores como Terence Stamp, Kenneth Branagh y Tom Wilkinson (que últimamente sale en todas las películas que hay en cartelera). Cada personaje está perfectamente esbozado, con sus motivaciones, miedos y sentimiento hacia la Alemania de Hitler. En todo momento está la sensación de peligro a ser descubierto, a planificar el siguiente paso y a esperar a ver si funciona. La película pasa en un suspiro, y, repito, apenas hay tiros. Todo un mérito.

El final convence de sobra, y logra incluso tocarnos la fibra sensible ante el destino sufrido por estos hombres entregados a una Alemania grande, pero no a la demencia del Tercer Reich de los nazis. El alegato final de la película pone el broche a un producción digna de ser vista. Por su banda sonora, sus interpretaciones, su historia. Es una de esas películas que disfrutas de principio a fin, y de las que da gusto haber pagado por ellas. La sensación es «¡oye, qué buena película, qué entretenida! El cine debería ser esto ante todo: entretenimiento, que para eso vas al cine.

Puede que la operación Valkiria original fracasara, pero desde luego ésta es un buen ejemplo de cómo pasar una tarde de cine viendo un producto de calidad con total garantía de éxito.

La otra película que vimos a continuación fue Rockanrolla. Una chorrada de película, la verdad (aunque es cierto que tiene momentos bastante divertidos y Tom Wilkinson, que también sale aquí, está en su línea), nada comparable a Valkiria. Es la fórmula de la genial Snatch explotada con muchísima menos gracia y acierto, tanto por el argumento como por los golpes de humor. Pero vamos, se puede ver, aunque recomiendo verla en la tele y no en el cine.

Y bueno, ese fin de semana estuvo sin duda dedicado al cine. Al día siguiente vi El Curioso Caso de Benjamin Button. Una película sensacional, preciosa, tan triste y desgarradora como bien realizada. Impecable. Se merece cualquier Óscar que le den (bueno, la de actriz secundaria la veo exageradísima, pero en fin) , ya sea el de película, director o actor (el de maquillaje está claro)

Y hablando de actrices secundarias, me despido con una reflexión: como le den el Óscar a la tonta del bote de Pene (no he visto la película, pero ahora en serio, ¿de verdad lo hace tan bien como para ganar un BAFTA y ser nominada a un Óscar? ¿en serio?) y no lo gane el inmenso Heath «Joker» Ledger por El Caballero Oscuro…entonces, estés donde estés leyendo estas líneas, muy probablemente escuches mis desquiciadas carcajadas antes de abandonarme a la locura. Qué curioso, como cierto payaso criminal de pelo verde aficionado a los trucos de magia. Lo que son las cosas.


¡Feliz Navidad a todos!

diciembre 25, 2008

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Foto original extraída del nº 132 de la separata On Madrid (diario El País).


Demotivando

octubre 28, 2008

Buenas, vuelvo a vosotros después de la tempestad, patatín patatán. Sí, llevo bastante tiempo desconectado de todo el mundillo blog, no sólo del mío. Cada vez arrastro más pereza, y mirad que ahora estoy currando desde casa y debería tener más tiempo (¡comenzó la aventura del freak-lance!), pero es increíble cómo el tiempo de ocio se multiplica y se llena al mismo tiempo. ¡Hay tantas cosas chulas que hacer! Bueno, el caso es que aquí estoy de nuevo. Y se me ha ocurrido dedicar este post a un tipo de imágenes geniales que hace poco me descubrió el amigo Hoyu y que pululan por la Red: los Demotivators. Está claro que es algo que existe desde hace mucho tiempo, pero el caso es que o no lo conocía antes o no había reparado en ello.

Un demotivator es una imagen grande y de calidad que encabeza un gran título y una pequeña reflexión que casi siempre transmite un mensaje reflexivo-filosófico pero con mucho sentido del humor (que puede ir de la ironía al morbo, o directamente al mal gusto), todo ello enmarcado en negro. El caso es que es una fórmula impactante, simple pero efectiva visualmente, que casi siempre arranca una sonrisa. La eficacia de un demotivator radica en la imaginación de su creador. Porque sí, es posible crear estas pequeñas píldoras de sabiduría mediante un sencillo editor que circula por Internet. ¿Hay algo que no pueda encontrarse en Internet, me pregunto yo?

Buscando por Google imágenes encuentras Demotivators de todo tipo, pero la mayoría son graciosos, y unos cuantos son geniales. Incluso hay un Demotivator Blog, definido por su creador como «tu fuente diaria de posters demotivacionales». Sin duda ha sido todo un descubrimiento. Aquí os pongo algunos ejemplos que me han parecido reseñables por su ingenio, acierto o sentido del humor.

Demotivator 2

Éste es bestial 😀

Demotivator 5

Y con esta gran verdad, me despido hasta otra ocasión 😉